Mayté por su parte, estaba un tanto atónita,
desconcertada, inmóvil, presa del pánico y del miedo; ¿sólo fue eso?, ¿la cita
sólo fue para eso?, para que su Leo, la tomara entre sus brazos, la besara le
dijera un par de cosas y luego se fuera... Mayté realmente no salía de su
asombro, no supo cómo responder cuando Leonardo se le acercó, sólo se dejó
llevar, no le interesó si los veían o no, ni siquiera le interesó que quien lo
había llevado en el taxi, era amigo de su futuro esposo... pasaron unos minutos
desde que Leonardo se desapareció entre la gente de la plaza, para que Mayté
reaccionara, tocó sus labios, lágrimas brotaron de sus ojos, las mismas que
limpio rápidamente, volvió a subir al taxi y se regresó a casa; en el camino,
pidió al chofer que por favor no le contara nada a Marcos, que aquello que vio
no fue nada, que ella no tenía ni la mínima idea de lo que pasaría, que ella
sólo amaba a su amigo.
¿Que ella sólo amaba a Marcos?, bueno al menos
eso era lo que ella pensaba; durante el retorno a su casa, no dejaba de pensar
en esa escena, y se preguntaba ¿a quién realmente amo? ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué
puedo hacer? se preguntaba una y otra vez...
Mayté llegó a casa, su mamá la estaba esperando
con el vestido y el maquillaje, ya sólo quedaban horas para que se presente a
la iglesia, los nervios la volvieron a invadir, ahora con más fuerzas... tenía
ganas de hablar, de gritar, de contar a quien sea lo que le acababa de pasar,
pero nadie absolutamente nadie, ni siquiera su mejor amiga, la dama de honor;
le prestaba ni la más mínima atención; todos discutían de ¿cómo ella tenía que
lucir?, de ¿cómo tenía que caminar, hablar, reír e incluso llorar? de ¿qué
tenía que decir? ¿Qué tendría que hacer en la noche de bodas? y un sin número
de cosas, pero nadie absolutamente nadie se tomó la molestia de preguntarle ¿cómo
estás? ¿Quieres ir? ¿Estas segura?... para Mayté en ese entonces, los nervios
se convirtieron en utopía; en fin el tiempo corrió y llegó la hora de partir,
de ir a la Iglesia, donde todos y todas la esperaban, cual protagonista de
cualquier novela romántica. Los primeros en partir fueron su familia, sus damas
y pajes de honor, y después de unos 20 minutos, ella junto a su padre salieron
también.
Al llegar Mayté a la iglesia, ya todos/as estaban
adentro, ya el cortejo nupcial había hecho su ingreso, su camino ya estaba
lleno de pétalos de rosa; al entrar Mayté vio que la iglesia estaba abarrotada
de gente; amigos, amigas, compañeros/as de trabajo, promociones de estudios,
familiares; todos/as conocidos/as, que iban saludando a Mayté conforme ella, al
ritmo de la marcha nupcial, se acercaba al altar; una sonrisa se dibujaba en su
rostro, extendía su mano para saludar y caminar de la forma que en casa le
habían enseñado; todo iba bien, ya solo quedaban dos filas para llegar, cuando
de pronto Mayté vio que entre tanta gente estaba ¿su Leo?, Sí, Leonardo, estaba
allí en medio de tanta gente, ¿tal vez esa era su estrategia? ¿Intentará
impedir la boda?... ahora sí la utopía regresó a ser nervios; nadie se dio
cuenta de ese desliz, nadie se percató de lo que estaba pasando...
La ceremonia inició, el Padre leyó los pasajes
clásico sobre el matrimonio, su pasaje se centró en 1 Corintios 13;
<<...el amor es sufrido, no es jactancioso, no busca envidia...>>
¿el amor es sufrido? se preguntaba Mayté, ¿qué significa sufrido? ¿Sacrificio tal
vez?... todo fue lindo, el coro, la meditación, todo... de manera que el
momento esperado por todos/as llegó, entonces el Padre, pidió a los novios
mirarse frente a frente, y peguntó:
-Marcos, ¿aceptas a Mayté como tu legítima
esposa, y prometes amarla y honrarla siempre?
-Sí, acepto- respondía Marcos
-y tu Mayté, ¿aceptas a Marcos como tu legítimo
esposo, y prometes amarlo y honrarlo siempre?
Mayté, miró hacia el público, estaba asustada, se
notaba en su rostro; miraba y miraba; no había respuesta alguna, la iglesia se
quedó en completo silencio; el Padre volvió a preguntar, pero ella seguía
mirando al público, estaba buscando a su Leo, pero no lo encontraba; la desesperación
ya se hacía notar, el Padre mencionó que haría la misma pregunta por tercera y última
vez; y de pronto Mayté lo encontró, ahí estaba Leo, sentado en la segunda fila
de bancas ubicadas frente a ella, él la miró fijamente a los ojos y ella hizo
lo mismo, y sin quitar la mirada de sus ojos, respondió -Sí, acepto- y
nuevamente la lágrimas invadieron sus ojos...
Hicieron el intercambio de aros, los aplausos no
se hicieron esperar, y de pronto un coro empezó a escucharse... <<¡beso!
¡beso! ¡beso!...>> sí, todos pedían beso, pero Mayté no quitaba los ojos
de su Leo, al punto tal que cuando Marcos se le acerco, ella se negó; luego
Mayté tuvo que voltear hacia el altar para recibir las bendiciones finales; la
ceremonia culminó, voltearon los dos, los ahora ya esposos, empezaron a salir
en medio de tanto aplausos; Mayté volvió a buscar a su Leo, pero éste otra vez
desapareció, así ella fue saliendo de la iglesia, buscándolo pero no lo
encontraba, al salir de la iglesia, vio a su Leo, subir en un taxi y partir...