Ambos equipos se enfrentan en un peculiar partido a muerte en donde todo puede pasar, se disputan el campeonato del pueblo; según los organizadores, han dispuesto de un torete por cada jugador, como premio por obtener la copa; mi primo, es uno de los mejores jugadores con los que cuenta el equipo de “los goleadores”, y francamente, si llegase a ganar el campeonato, lo cual es probable, yo no sé qué hará con ese torete; pero, aquí estamos, prestos en ir al estadio a gritar a todo pulmón: “mete ya ese gol”.
Llegamos al estadio, el clima está un poco indeciso, nubes negras cubren la mitad de la cancha y en la otra mitad, un sol resplandeciente; falta algo de media hora para que inicie la jornada, la gente sigue llegando, el estadio poco a poco se va llenando, esto es, por demás, emocionante.
Comienza el partido, “los inigualables del norte” empiezan atacando a la defensa de “los goleadores del sur”, tal parece que ellos hoy no han venido con ganas de meter esa pelota; esta actitud le da una gran ventaja a “los inigualables”, quienes ya han invadido el campo contrario, en cualquier momento empieza la lluvia de goles.
Ha culminado el primer tiempo, y, efectivamente señores, empezó la lluvia, pero la lluvia de granizo; hemos tenido que abandonar las tribunas e ir, junto con los demás, a buscar un mejor refugio donde la lluvia no nos alcance; el tiempo de descanso se ha extendido, debido a la lluvia, ya van por los 30 minutos de inactividad, mi padre dice que si esto sigue así, es probable que el partido se reprograme; en fin, esperaremos un poco más.
Han pasado 10 minutos y por fin la lluvia ha parado; el árbitro junto a los jueces de línea hacen un recorrido por toda la cancha para ver su estado; se ha puesto a criterio de los capitanes si desean o no reprogramar el partido, pero, los capitanes de ambos equipos se niegan, ellos quieren seguir jugando, ellos quieren llevarse el trofeo y los toretes a casa.
Ha sido una elección difícil, la hinchada está presionando la cosa, los árbitros vuelven a revisar el estado de la cancha, el cielo se ha despejado y al parecer el sol volverá a brillar por estos lares; y sí, parece que van a volver a jugar, sí señores, sí, el partido se reinicia.
Empieza un segundo tiempo con unos jugadores más descansado; en el caso del equipo de “los goleadores”, parece que este tiempo les ha servido para retomar fuerzas pero también para cambiar de actitud; han entrado con fuerza, han invadido la cancha contraria, han atacado por todos lados y han logrado hacer todos los goles que han prometido; mi primo se ha lucido con tres de los cinco tantos anotados.
Sonó el pitazo final, ya las cosas están decididas, “los goleadores del sur” han vuelto a ganar el campeonato, han levantado esa copa y ahora, con todos los toretes ganados, que son como veinte, han decidido poner una granja pecuaria; pronto tendremos becerritos, pronto tendremos leche fresca, queso, quesillo, carne y, quién sabe, una nueva copa.