Hace poco, me hicieron una pregunta medio curiosa ¿cuál sería tu “anti presentación”?; y, la verdad es que yo no tenía ni la más mínima idea de lo que ello significaba, es decir ¿qué quiere decir “anti presentación”?.
Resulta que en aquella ocasión me habían designado representar a la institución en la que trabajo, en una reunión nacional de varias organizaciones de derechos humanos; la reunión sería en la sede central de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, ubicada en Lince (si mal no lo recuerdo) y, pues, cerca a dichas oficinas estaba el hotel en donde nos hospedarían.
El caso está en que, como ustedes bien saben, en este tipo de eventos, por lo general, son los organizadores los que cubren con todos tus gastos, vale decir, tus movilidades, pasajes aéreos, alimentación, hospedaje y todo; obviamente previo a ello, hay que confirmar la asistencia y registrarse brindando todos tus datos para las respectivas reservas. Todo iba de maravilla, hasta que llegué al hotel.
Recuerdo que era de noche, cuando llegué, entonces me presenté en la recepción y les dije:
-Hola, soy Karol Vela, de San Martín, y tengo una reserva a mi nombre; soy del grupo de la coordinadora-
Quien me recibió, no dejaba de mirarme, se limpiaba los oídos y me volvió a preguntar mi nombre; aparentemente, escuchó mal o yo hablé muy bajito. Le volví a repetir todo mi discurso, y entonces, sacó un tablero en donde estaba la lista de quienes se hospedarían allí, para verificar si efectivamente esperaban a alguien con ese nombre. Vieron que sí, que estaba en la lista; el siguiente paso fue, ver en qué habitación es que me hospedaría, y ¿qué creen? ¡no tenía habitación!.
El joven me decía, -disculpe señor pero, no lo encuentro, parece que le reservaron en otro hotel- yo revisé mi correo impreso (todavía no usaba un smartphone en esa época) y le decía, -no, es aquí a donde me enviaron-. Volvieron a buscarme, una, y otra, y otra y otra vez, y no, yo no estaba en ninguna habitación. La hora avanzaba, yo tenía frío (era invierno) y estaba muy cansado. ¡No me encontraron!
No sé cómo, pero, se me ocurrió algo, tomé la lista de habitaciones y les dije; -¿pueden buscar en las habitaciones de mujeres?. El joven me miró medio avergonzado y un poco raro; pero, no le quedó de otra que hacer aquello que le sugería. Ya se imaginaran ustedes; sí, mi nombre estaba allí, en una habitación junto a otras dos señoras más (una de Ayacucho y la otra de Trujillo). Nos reímos, se disculpó y le dije -no se preocupe, me pasa todo el tiempo-.
Lo bueno de esto, es que gracias a esa ligera confusión, tuvieron que mandarme a una habitación individual, antes que a una compartida, pues, ya todos tenían compañero de cuarto.
Yo no sé ¿qué fue lo que te imaginaste cuando leíste o escuchaste mi nombre por primera vez? pero, si quieres comentarlo, estaré gustoso de leerlo.