viernes, 18 de junio de 2021

Tarjeta Roja

Les vo contar una historia ¿ya? ojo, este es un hecho real, quizás lo único inventado, serán los nombres.

Resulta que cuando estaba cursando quinto año de secundaria, el curso de inglés se llevaba bajo una metodología distinta; como la población estudiantil éramos pocos, entonces, lo que hacían era dividirnos, a todo el nivel secundaria, en grupos, según nuestro nivel. Tal es así que teníamos a los principiantes (que no sabían nada de inglés), básicos (que tenían algunas nociones del idioma), intermedios (que al menos ya podían sostener una conversación) y avanzados (quienes ya podían hablar, escribir, pensar, llorar, comer y hasta hacer bromas en inglés).

Yo estaba en el nivel avanzado, no porque era un capo en inglés, sino porque, durante las vacaciones de ese año, había hecho un intercambio escolar en Estados Unidos; entonces, en teoría, yo tenía que entender todo lo que allí se decía. Valgan verdades, a veces, sí entendía la clase, pero, otras veces me era más que difícil, y pues nada, recorría a mis compañeros(as) o a mi diccionario, para, de alguna u otra forma, entender al teacher.

Una de las reglas de esa clase consistía en que, por ser avanzados, no podíamos decir ni "pío" en español, nada, absolutamente nada, y, había un control para ello, una tarjeta roja; el profesor ingresaba, iniciaba su clase, con su tarjeta en mano, si durante la clase escuchaba a alguien hablar en español, entonces, se acercaba y le daba la tarjeta (que significaba un punto menos en participación); ahora, la persona que recibía la tarjeta, podía, "salvarse" por así decirlo, siempre y cuando, detecte a alguien más cometiendo la misma falta, entonces, pues se paraba e iba y le daba la tarjeta.

Aquí viene la anécdota, resulta que uno de esos días (ligeramente tortuosos para mi), el alumno más capo en inglés, que además era mi compañero de grado, el que te podía leer libros enteros en inglés, el que dominaba la pronunciación, gramática, semántica y todas esas cosas (la verdad es que yo lo admiraba y envidiaba esa capacidad), cometió un error, dijo una palabra en español -ya/tu/ajá- una de esas tres; el profesor lo escuchó y pues, ni modo, tenga su tarjeta.

La clase se seguía desarrollando con total normalidad, hasta que de  pronto, faltando algo de 10 minutos para que acabe la hora, escuchamos a otra compañera, dos grados menor que nosotros, decir fuertemente -esto es mío- (mientras le quitaba un lápiz a una de sus compañeras de al lado). Mi compañero, se paró, se acercó a ella y le dio la tarjeta, se lo merecía, había roto las reglas; pero, ella, se negó a recibirla, aduciendo que no, que no había hablado en español (pero todos la escuchamos).

El profesor, al ver que había un problema, porque ya la niña estaba alterada y se rehusaba a recibir la tarjeta, detuvo la clase y empezó a escuchar los alegatos de cada quien; la verdad es que fue un mate de risa, (siendo sinceros, yo no entendía mucho lo que se decían pero, era un chiste verlos pelear por una tarjeta). Él decía, obviamente en inglés:

-Profesor, ella dijo esto es mío, en español, por lo tanto debe tener la tarjeta.

-No profesor, eso es falso, yo no hablé en español- respondía ella.

-Profesor, sí fue así, ella habló en español, yo también lo escuché- decíamos nosotros.

Cuando ya ella se vio un tanto derrotada, con un punto menos, de camino a su registro, no tuvo mejor opción que dar una explicación absurda a su falta; ella, reconocía que sí había hablado en español, pero, sólo la palabra "mío", y fíjense lo que dijo.

-Profesor, sucede que yo le puse nombre a mis cosas, y este lápiz se llama "mío", por lo tanto yo solo dije "this is mío", porque así se llama-

Sinceramente todos nos empezamos a reír, porque era una cosa absolutamente absurda, sin sentido, una pataleta de niña berrinchuda que no quería le bajen un punto. Recuerdo que mi compañero, odiosa y sarcásticamente le dijo:

-bueno, a partir de mañana, el lapicero se llamará este, la cartuchera será tuya, el borrador será él, y así-

Y nos seguimos riendo; al final, y contra la voluntad de esta niña, que ya no estaba en modo berrinche, sino en modo indignada, el profesor le bajó no uno, sino dos puntos, por hacerse la graciosa.

Viendo todo este proceso electoral, y al ver que cada día que pasa, Keiko y su grupo, presentan cada estupidez, como recurso, según ellos, válido, para tirarse abajo las elecciones, me recordé esta anécdota, recordé a esta niña berrinchuda y sus justificaciones absurdas; yo espero que el JNE, actúe como ese profe, que fue neutral, imparcial y justo, y que al final, le dio a cada quien, los puntos que de verdad se merecían.


sábado, 15 de mayo de 2021

Utopía

Dicen que el término “utopía” significa sueño, quimera, algo casi imposible de realizar; dicen, ¿quienes? no lo sé, pero así dicen. Ahora, Utopía también podría utilizarse como nombre de un negocio ficho, sí, de esos que parecen caros y en donde mantener tu membresía te puede costar un riñón; puede ser un restaurante tres tenedores, un club de golf o de poker, un hotel cinco estrellas e incluso una discoteca exclusiva. 

Sí, así se llama esa discoteca medio pituca que hoy visitaremos, y no me refiero a aquella discoteca limeña que tuvo un trágico final, no; me refiero a una discoteca que recientemente se inauguró aquí en Moyobamba, ¿no sabes dónde?, pues allí, a orillas del Río Mayo. Llegar allí cuesta un poquito, pero vale la pena, al menos eso creo; y digo creo porque de momento no he tenido la oportunidad de ir allí. Me gustaría ir, siquiera una vez, darme un buen bailongo, entrar y conocerla por dentro, confirmar si ese juego de luces junto a esos tragos exóticos, son el pretexto ideal para volver siempre.  


Como dicen que Utopía también es un sueño, me gustaría que sueñes conmigo; sueña, sueña que estamos en esa disco, sueña que estamos yendo a divertirnos un rato, a bailar hasta el amanecer, ¿qué dices? ¿te atreves?; yo ya me atreví, y ahora te describo lo que soñé.


Acabo de llegar a ese lugar, jamás pensé que un lugar tan exclusivo tenía que estar tan lejos de la ciudad, me tomó media hora en bote para llegar hasta la puerta pero, ya estoy aquí, en la puerta, dispuesto a entrar; de pronto, el de seguridad me dice -que no, que no puedo entrar, que las zapatillas que llevo puestas no hacen juego con las que usan los demás socios-; y la verdad es que esa fue una justificación tan barata que no me la creí. 


Lo que este personaje no sabe, es que yo tengo un arma bajo la manga; entonces, antes de que me vuelva a dar otra justificación ridícula, meto mi mano al bolsillo de mi pantalón con flecos y saco mi tarjeta VIP, sí, una de esas golden, de color dorado, cuyo brillo te puede dejar ciego, y con la cual tienes entrada a todos los rincones de tan exclusivo lugar, es más, hasta puedes convertirte en el Dj de la noche. En cuanto vió mi tarjeta, el tipo quedó perplejo, supongo porque no pensaba que yo tenía una de esas; así que, se disculpó una y otra vez por el “malentendido”, y sin mayor reparo alguno, me dejó entrar, así, con mis zapatillas amarillas, con esas que por cada paso que doy una lucecita morada me brilla en los talones.


Si bien es cierto que esta tarjeta golden me dejó entrar, sin embargo, las golden no son tan suficientes como para conseguirte un lugar respetable; la discoteca estaba, completamente llena, todos los box estaban ocupados, no había un sólo espacio para mí, así que no me quedó de otra que ir a la barra, a sentarme al lado de esas heladeras llenas de “coronas”, vaya exclusividad. 


La gente estaba bailando sin ningún tipo de control, pero, más que eso, estaban bailando sin ningún tipo de ritmo, ni de sincronización, ni de gracia, ni de nada, sólo movían el cuerpo porque ya. De pronto, empieza a sonar esa canción que está de moda, esa de ese grupo que, no sé cómo se llaman, creo que les dicen “Explosión de Iquitos”, ¿por qué ese nombre? ni idea; pero, su nueva canción sí que es movida, y la verdad es que no sé ¿cómo es que ese tipo de canciones puede sonar aquí? pero igual, está sonando. 

Sí, es esa famosa canción “No Sé”; entonces yo, heredero de esos dotes de bailarin que el cosmo me ha asignado, empiezo a mover mi cuerpo a ritmo de esa sensacional cumbia; poco a poco voy abriendo espacio alrededor mío, la gente empieza a aplaudir y a dar vivas porque siga enseñándoles a bailar como se debe, el lugar denota una euforia única; la fiesta recién se armó. 


Ya casi está amaneciendo, me he divertido un montón; sí, quizás el próximo fin de semana vuelva por aquí. 


sábado, 24 de abril de 2021

Los Goleadores del Sur


Hoy no será un día cualquiera, hoy juegan “Los inigualables del Norte” contra “Los Goleadores del Sur”; ese será uno de los partidos de fútbol más infartantes que he podido escuchar y al cual mi familia y yo asistiremos. 

Ambos equipos se enfrentan en un peculiar partido a muerte en donde todo puede pasar, se disputan el campeonato del pueblo; según los organizadores, han dispuesto de un torete por cada jugador, como premio por obtener la copa; mi primo, es uno de los mejores jugadores con los que cuenta el equipo de “los goleadores”, y francamente, si llegase a ganar el campeonato, lo cual es probable, yo no sé qué hará con ese torete; pero, aquí estamos, prestos en ir al estadio a gritar a todo pulmón: “mete ya ese gol”


Llegamos al estadio, el clima está un poco indeciso, nubes negras cubren la mitad de la cancha y en la otra mitad, un sol resplandeciente; falta algo de media hora para que inicie la jornada, la gente sigue llegando, el estadio poco a poco se va llenando, esto es, por demás, emocionante. 


Comienza el partido, “los inigualables del norte” empiezan atacando a la defensa de “los goleadores del sur”, tal parece que ellos hoy no han venido con ganas de meter esa pelota; esta actitud le da una gran ventaja a “los inigualables”, quienes ya han invadido el campo contrario, en cualquier momento empieza la lluvia de goles. 


Ha culminado el primer tiempo, y, efectivamente señores, empezó la lluvia, pero la lluvia de granizo; hemos tenido que abandonar las tribunas e ir, junto con los demás, a buscar un mejor refugio donde la lluvia no nos alcance; el tiempo de descanso se ha extendido, debido a la lluvia, ya van por los 30 minutos de inactividad, mi padre dice que si esto sigue así, es probable que el partido se reprograme; en fin, esperaremos un poco más. 


Han pasado 10 minutos y por fin la lluvia ha parado; el árbitro junto a los jueces de línea hacen un recorrido por toda la cancha para ver su estado; se ha puesto a criterio de los capitanes si desean o no reprogramar el partido, pero, los capitanes de ambos equipos se niegan, ellos quieren seguir jugando, ellos quieren llevarse el trofeo y los toretes a casa.


Ha sido una elección difícil, la hinchada está presionando la cosa, los árbitros vuelven a revisar el estado de la cancha, el cielo se ha despejado y al parecer el sol volverá a brillar por estos lares; y sí, parece que van a volver a jugar, sí señores, sí, el partido se reinicia. 


Empieza un segundo tiempo con unos jugadores más descansado; en el caso del equipo de “los goleadores”, parece que este tiempo les ha servido para retomar fuerzas pero también para cambiar de actitud; han entrado con fuerza, han invadido la cancha contraria, han atacado por todos lados y han logrado hacer todos los goles que han prometido; mi primo se ha lucido con tres de los cinco tantos anotados. 


Sonó el pitazo final, ya las cosas están decididas, “los goleadores del sur” han vuelto a ganar el campeonato, han levantado esa copa y ahora, con todos los toretes ganados, que son como veinte, han decidido poner una granja pecuaria; pronto tendremos becerritos, pronto tendremos leche fresca, queso, quesillo, carne y, quién sabe, una nueva copa. 


domingo, 18 de abril de 2021

Súper Choclo


Érase una vez, en un reino muy pero muy cercano, la existencia de un caballero amable, de corazón sencillo, dueño de una suave voz y de unos ojos con súper láser, tenía una cabellera rubia y por capa, usaba unas cuantas pancas, “Súper Choclo” era su nombre, anda siempre montado sobre un bello y fuerte unicornio. 

Cierto día, un pequeño monstruo, en forma de gato, decidió atacar el reino; el valiente caballero entonces, al enterarse de semejante atrevimiento, se montó a su unicornio y empezó a sobrevolar por todo el reino, hasta encontrarse cara a cara con tan mentado monstruo, a quien estaba decidido enfrentar.

Tras horas y horas de una intensa batalla, el caballero notó que aquel temible monstruo, era en realidad, el famoso Gato con Botas, un peculiar felino que venía huyendo de las garras de la Bruja del 71. Súper Choclo, al darse cuenta de ello, decidió poner en alto la batalla y pedir disculpas al gatito, por haberlo atacado tan bruscamente. 

Ya más tranquilos, el Gato con Botas decidió contar a Súper Choclo, la razón por la cual había invadido su reino; resulta que él, era un gato muy pero muy tranquilo, que vivía en el tejado de una de las casas de la Vecindad del Chavo; cierto día, abrumado por el hambre, decidió entrar a la cocina de la Bruja del 71 para robarse unas cuantas presas de pollo que ella tenía sobre una de las mesas; estaba con concentrado en saciar su hambre, que no se dió cuenta cuando la bruja entró. 

Al ser descubierto, empezó a correr y a correr sin rumbo, pues sabía que si aquella iracunda mujer lo atrapaba, le haría mucho daño; la bruja, al ver que no era posible atrapar al gato tan fácilmente, decidió lanzarle un hechizo, ordenó entonces, que en sus patas traseras, se coloquen unas botas con espuelas del tal forma que al caminar, la bruja pueda saber dónde está y así al fin, lo pueda atrapar. 

Súper Choclo, se entristeció mucho con aquella historia, que decidió dar abrigo y comida a aquel gatito, pero además, le prometió serían inseparables amigos; quien sabe y a lo mejor, un día formen una banda con mucha más gente curiosa.


sábado, 10 de abril de 2021

El auto rosa

Una noche cualquiera, ví, por la ventana de mi casa, un auto rosa pasar a toda velocidad; bueno, yo digo que era rosa, aunque es probable que haya sido de otro color. Me pareció sorprendente ver pasar este auto, de hecho, nunca antes ví uno de ese color, y menos en ese modelo; era un wolsvagen del ‘94, bueno, digo del ‘94 aunque en realidad yo no sé nada de autos pues, a las justas y manejo mi bicicleta y una moto sin embrague. 


El chiste está en que a los pocos segundos que este auto pasó, escuché un fuerte golpe, algo así como un choque, inquieto salí de inmediato a la vereda de mi casa, a fin de ver ¿qué pasó?; y sí, efectivamente, aquel auto rosa estaba estacionado en la siguiente esquina, y la gente poco a poco estaba empezando a rodearlo; yo, como quería saber más detalles, también me acerqué. 


Al llegar, una dama de unos 50 años bajaba de aquel carro, llevaba un vestido azul eléctrico extravagante, nada llamativo, y en sus manos un juego de llaves, parecía ser la única tripulante de este auto; estaba temblorosa, nerviosa, gritaba desesperadamente, sus ojos pedían ayuda pero al mismo tiempo quería huir. 


Me acerqué más y me di cuenta del problema, aquel auto rosa provocó un accidente con una de las motos que venía del otro lado de la calle, no era para menos, a la velocidad con la que manejaba esta dama era fijo que podía ocasionar un accidente; entonces, comprendí que su frenada aparatosa, la inexplicable forma en que estacionó el auto, los gritos desesperados, no eran más que eso, que una grito de auxilio, de socorro, de -¡ayúdenme con el joven que acabo de golpear!-. 


Fui a ver al conductor de la motocicleta, el chico estaba agonizando, el golpe fue fatal, grandes cantidades de sangre brotaba de su cabeza, los zapatos tirados por delante de él, la llanta de la moto estaba doblada y de su cartera, habían caído un sin número de papeles en blanco; la verdad es que yo no podía ayudar a esta mujer, ni mucho menos a este joven, de hecho, nadie podía, no me quedó otra opción que llamar a la policía para reportar el incidente y esperar a que llegue.

Cuando la policía llegó, sólo pudieron certificar la muerte del muchacho; el médico legista y el fiscal llegaron para ordenar el levantamiento del cadáver; aquella dama fue detenida y llevada a la comisaría para la toma de su declaración y se le inicie el debido proceso; un efectivo policial se encargó de conducir su vehículo rosa al depósito, y otros efectivos, subieron la moto a la tolva de la camioneta policial y se lo llevaron. 


Han pasado dos días de aquel fatídico accidente, dos días desde el cual no puedo borrar de mi memoria todas esas horrorosas escenas; hoy, es el sepelio de aquel joven, que resultó ser un buen vecino; así es la muerte, nos agarra de sorpresa, es capaz de venir y usar cualquier medio, incluso, un auto rosa. 


sábado, 3 de abril de 2021

Maléfica


¿Alguna vez escuchaste de ella? sí, me refiero a ese personaje que Disney nos presentó como la mala de la película, a ese ser místico de poderes sobrenaturales capaz de mandarte al mismo infierno si así lo quiere, a esa desnaturalizada mujer que se atrevió a hechizar a una indefensa bebita condenándola a muerte y que luego ella misma salvó; habitante de un lugar remoto, tan remoto como tus sueños o como los míos, pero ¿sabes su verdadera historia?.

En algún momento determinado de mi vida, en un día lluvioso como estos, encontré entre unas viejas cajas olvidadas en el almacén, un libro bastante curioso, una de las cosas que me llamó la atención de ese libro, es que si bien es cierto era viejo y llevaba años olvidados allí, sin embargo se mantenía intacto, libre de polvo y parecía nuevo; la verdad es que era un libro fantástico, del cual me enamoré desde su primera historia. 

Allí descubrí, por ejemplo, que Benéfica, su nombre real, era una chica bastante noble, tierna, cariñosa, buena gente; vivía en un valle hermoso lleno de flores, su casa estaba en medio de un jardín y cerca a ella un pequeño río de donde nacía la base de un arcoíris; pero, este no era cualquier arcoíris, no, este era un arcoíris especial de ocho colores mágicos, sí, así como lo lees, tenía ocho colores (rosa, naranja, verde, amarillo, rojo, azul, morado y perla); si lograbas dar con el otro extremo de este arcoíris, todos tus sueños se cumplían. 

El libro cuenta, que uno de esos días, Benéfica, quiso hacer unos cambios en el jardín donde vivía, de pronto quería darle más vida a sus flores, cambiarles el color y su aroma, quería, también, aumentar el caudal del río para que así los colores de su arcoíris brillen con más fuerza, pensó que era necesario tener nuevos animalitos a su alrededor, un par de conejos quizás, y, por qué no, uno que otro unicornio. 

Entonces, inventó un hechizo para ello, tomó su cetro, subió al torreón de su casa y desde allí se dirigió al valle repitiendo estas palabras: -speticus, rascus, nuscus, buscus-; de inmediato, la tierra empezó a moverse fuertemente cual terremoto de nueve grados al punto tal de partirse en dos, las plantas y flores cayeron en el fondo de esa abertura, el río empezó a secarse al tiempo en que el arcoíris se perdía; aquel hechizo le salió mal, en realidad no pensó que le saldría mal, pero sí, le salió pésimo y fue tan pésimo que, lejos de arreglar su jardín lo terminó por destruir.

Recuperar todo lo que había perdido era imposible, recuperarse de aquel dolor, lo era más; dicen que fue desde ese entonces en que Benéfica, se hizo llamar Maléfica, pues todo lo que hacía, lo hacía y le salía mal, muy mal.


sábado, 27 de marzo de 2021

¿Y tus zapatillas?

En cierta ocasión, una chiquilla, cuyo nombre no recuerdo, tenía la gran necesidad de comprar ropa nueva a fin de renovar su closet; la verdad es que yo jamás entendí esa necesidad, no, por lo general no renuevo mi closet, tengo la costumbre de usar ropa barata, de comprar algo una vez al año o cada dos años o más tiempo, y si alguien me pasa un par de prendas yo feliz y cosas así y cosas así; de manera que esa práctica de renovaciones de closet, jamás entendí. 

Pero, esta chiquilla quería sí o sí renovar su closet, deseaba comprar ropa nueva y la verdad es que sus gustos eran muy peculiares. Dicen que las casualidades no existen, pero, a veces pareciera que sí; un día, ella tenía una cita con un grupo de amigas del colegio, era su cita mensual de viejas amigas, así que pensó que, antes de ir con ellas, pasaría por la tienda que lo tiene de todo, compraría ropa y quién sabe un par de cosas más. Tomó su cartera con algo de efectivo en ella, odiaba las tarjetas bancarias, subió a su auto y enrumbó a cumplir su misión. 

Al llegar a la tienda, empezó a recorrer cada uno de los cuatro pisos que había allí; esta era una tienda muy surtida, el primer piso estaba destinado a juegos de cama y dormitorio, el segundo piso tenía algo destinado para artículos y adornos del hogar; el tercero, ropa para damas y el cuarto para caballeros. 

Todo lo que compraría tendría que hacer juego entre sí; así que empezó por la sección dormitorio, dio un par de vueltas y se encontró con unas almohadas muy lindas de edición limitada pues su diseño era exclusivo, eran unas almohadas de color púrpura rellenas de plumas de pato negro, con unos bordados de estilo amazónico, le gustó tanto que decidió subirlas a su carrito de compras. 

Luego de ello, fue a la sección de cobertores, allí encontró una colcha finísima de color marrón, tejida con hilo de cabello de caballo piurano, los bordes tenían una cinta plateada; -sí, esta es ideal para el frío-, se dijo a si misma y, sin pensarlo dos veces, también la subió a su carrito de compras. Y así, seguía comprando más cosas, pasó por unos adornos para su sala, unos utensilios para su cocina y otros detalles; de pronto, se dio cuenta que no estaba cumpliendo con su objetivo principal, comprarse ropa nueva, así que, antes de que se le acabe el dinero de su cartera, subió al tercer piso y empezó con su búsqueda. 

Sacaba shorts, polos, camisas, pantalones de diferentes modelos, marcas y precios; algunos de ellos le gustaba, otros no; para saber si la prenda que tomaba era la ideal, pasaba al vestidor, se sacaba sus zapatillas y las colocaba en el sillón que hay dentro, se desvestía y se ponía la prenda elegida, luego, iba a pararse frente al espejo para modelar un poco y sacar sus propias conclusiones; si le gustaba, al carrito de compras y si no, pues las dejaba en el cesto de ropas probadas, -que las trabajadoras lo devuelvan a su sitio-, pensaba, -total, para eso les pagan-, decía y zas una prenda más al cesto.  

En medio de tanto alboroto, decidió comprar una ropa de dormir, ya sabes, uno de esos shorts pequeños con una blusa a tiras, que pueda hacer juego con las almohadas de plumas de pato y su colcha de cabello de caballo, que estaban en el carrito; buscó y buscó en medio de tantos modelos, hasta que encontró uno que podía ser el indicado, se lo puso, salió del vestidor y se fue a pararse frente al espejo, -perfecto-, se dijo entre sí, -esta es la prenda ideal para mis noches de sueños locos-, concluyó.

De pronto, vio su reloj y se dio cuenta que se hacía tarde para ir a su cita, se desesperó, pues sus amigas odian la impuntualidad, tanto es así que el castigo, para quien llegue tarde, era pagar el total de lo que se consuma, y ella, aparte de llevar unos minutos tarde, ya no tenía más efectivo para cubrir un gasto adicional. Así que, desesperada, tomó todo lo que separó para comprar, fue a la caja con menos gente y pagó su cuenta; salió de la tienda cual rayo, se fue directo al estacionamiento, subió a su carro y directo al restaurante. 

Al llegar, ya la cosa estaba perdida, ella era la última y, no quedaba de otra que resignarse que al final de la velada, ella tendría que pagar la cuenta. Cenaron, rieron, todas muy contentas; el resto de gente los miraba extraños, en especial a ella que tenía algo en particular, pero, ellas ni se percataban. 

Al final de la velada, pensó, -y ahora, ¿cómo voy a pagar todo esto?... ya sé, siempre traigo dinero de emergencia en el fondo de mis zapatillas…- miró hacia sus pies, se levantó de golpe y horrorizada gritó -¡mierda! dejé mis zapatillas en el vestidor de la tienda-, y se volvió a sentar mientras todos se reían. 


sábado, 20 de marzo de 2021

Estrella fugaz

Cuenta la leyenda, que si quieres pedir un deseo, no importa si es grande o pequeño, importa que sea un deseo; tienes que tener 3 cosas a tu favor. Primero, aguardar una noche de luna llena; después, mientras reposas bajo un árbol frondoso en medio del bosque, debes ver pasar una estrella fugaz; entonces, debes pedir tu deseo y he aquí la tercera cosa, en cuanto termines, debes escuchar el aullido de un viejo lobo feroz. 

Una noche cualquiera, pero no como cualquier otra, sino una noche cualquiera, salí a mi huerta, para, entre otras cosas, divisar el cielo y dar una ronda por entre mis plantas; no se puede hacer más nada, la pandemia no me deja salir. Allí estaba yo, parado bajo mi planta de guabas divisando el cielo, grande fue mi sorpresa cuando descubrí que había luna llena, entonces, recordé a mi abuelita y sus consejos; recordé, que los frutos se recogen en luna llena, que las plantas se trasplantan en luna llena, que los besos se roban bajo una luna llena.

Recordé también esa leyenda, ya tenía la primera cosa, la luna llena; ahora, el problema no era el árbol, sino el bosque, entonces, me dije a mi mismo: “no creo que la luna se dé cuenta que no estoy en medio del bosque, y que este no es un árbol frondoso sino, una eteca planta de guaba, cargada de frutos, sí, pero, eteca después de todo”.  Así que, confiado en mi intuición, me senté a reposar bajo ese árbol y rogué con todas mis fuerzas, el paso de una estrella fugaz. 

Al cabo de media hora, una estrella fugaz pasó, cerré mis ojos y pedí mi deseo (no creo en estas cosas pero, lo hice); al terminar de pedir mi deseo, no sé si por coincidencia o por casualidades de la vida, escuché, a lo lejos, el aullido de un viejo y ciego perro mestizo; “ojalá y cuente como lobo” me dije entre sí. 

Al día siguiente pues, me desperté como cualquier otro día, no le hice caso a mi ritual nocturno, total, sólo estaba jugando. De pronto, escuché como mi gato perseguía su desayuno en el techo de mi casa, fue una carrera de esas en las que sientes que todo el armazón del cielo raso caerá sobre ti; yo me enojé, porque eran casi las diez de la madrugada y esta batalla campal no me dejaba dormir. 

Así que y en contra de mi voluntad, me levanté de la cama, salí al patio de mi casa, subí las escaleras (pese a mi miedo a las alturas) para ver ¿qué pasa?, y no, no era el gato, eran las guabas que estaban golpeando el techo, avisandonos que ya estaban listas para ser cosechadas; bajé de las escalera, tomé una caña brava larga, le até una cuerda en una de las puntas, dejando un pequeño ojal y volví a subir las escaleras para iniciar con mi cosecha. 

Las piernas me temblaban de los nervios, los brazos estaban ya cansados por tenerlos alzados mucho tiempo y el cuerpo, el cuerpo lo sentía pesado, como siempre. En eso, no sé cómo ni con qué pretexto, se me ocurrió mirar hacia la calle, claro, desde la escalera se ve todo, y vi un automóvil rojo estacionado frente a mi casa. Yo no sabía qué es lo que hacía ahí, no tenía idea, y tampoco sabía quién lo había dejado allí, me intrigaba saber por qué ese automóvil estaba allí, ¿será que los de ATV de verdad me mandaron el carro rojo que me ofrecieron hace algunos días por mensaje de texto? ¿será que mi deseo de andar sobre ruedas se estaba cumpliendo? ¿será que me querían robar las guabas?

Bajé las escaleras, entré a mi casa, desayuné mi pan con huevos fritos y su infaltable café; al terminar, me lavé y salí a la calle para ver si el auto seguía allí, y no, no estaba allí; seguramente uno de los vecinos recibió una visita fugaz; quizás, el conductor detectó fallas y lo estacionó allí en tanto vaya por los repuestos; es probable que lo mío haya sido una visión, total, recién estaba despertando; a lo mejor si fueron los de ATV pero, como la enumeración de mi calle es un desorden, a lo mejor y se fueron a estacionarlo un par de cuadras más arriba; supongo, no lo sé, debí haber tenido un poco más de fé a esa estrella fugaz y creer en esa leyenda; puede que… en realidad ya no puede ser nada. 

Aquel automóvil ya no estaba allí, desapareció sin dejar rastro alguno, puso primera y se esfumó, se fue y con él, mi sueño y deseo también; así que, la próxima luna llena, tendré fé en aquella leyenda, me aseguraré de estar en medio del bosque, buscaré un verdadero árbol frondoso y a un viejo lobo feroz para que me acompañe en la velada, quien sabe y a los mejor esta vez, la estrella fugaz, me cumple el deseo.


sábado, 13 de marzo de 2021

Mariposas y Unicornios

Un viejo, no sé si conocido, pero, un viejo salmo decía, “cría unicornios y se convertirán en tus mejores amigos, sí, mejores que las mariposas, los perros, los gatos o cualquier otra mascota que puedas tener”.

Como les dije hace un instante, ¿no sé si alguna vez escuchaste o leíste este salmo?, ojo, no está escrito en la Biblia, y tampoco en los libros de cuentos de hadas, no. Este es un salmo peculiar, se pasa de boca en boca, y seguirá así, hasta que alguien se atreva a documentarlo. Tampoco sé, ¿cuántas generaciones la escucharon?, pero, un día cualquiera, me lo dijeron. Al principio, no le había dado tanta importancia, pues, como es obvio, no es posible hacer comparaciones entre seres mitológicos con seres reales, al menos, es así como yo pensaba antes de escuchar este salmo y antes de tener experiencias reales y cercanas con ambos.


A mi en lo particular las mariposas no tanto me gustan, siento que son pequeños animalitos hermosos, sí, pero, condenados a una muerte casi instantánea, creo que a las justas y viven uno o dos días. Y vaya que he tenido experiencias con mariposas, sobre todo cuando viajaba muy seguido; recuerdo que más una vez, en medio de esos tantos viajes, me he topado con cientos de ellas. Me acuerdo, por ejemplo, cuando visité San Pablo en la provincia de Bellavista, en el camino me encontré con miles y miles de mariposas blancas a ambos lados de la carretera; ese era un paisaje bello y cruel al mismo tiempo, porque, conforme el carro avanzaba, estas morían o aplastadas por sus llantas o en los parabrisas. 

Otra experiencia cercana, fue cuando fui a Sauce en la provincia de San Martín, en aquel viaje, me encontré con una mariposa que no dejaba de seguirme, hasta que le tomé una foto; cuando la mariposa vió que saqué la cámara, vino y posó frente a ella, sintió el flash, revoloteó un poco más y, se fue; creo que era de color amarillo con negro, y digo creo, porque, según las malas lenguas, dicen que soy daltónico, aunque, en mi defensa, diré que en realidad, nosé diferenciar los colores, y eso es algo más que el daltonismo como tal. Es justamente por esta razón, que las mariposas no casi son de mi agrado; porque, pueden ser muy bellas y coloridas y todo; y yo, yo sólo podré fotografiarlas y mostrarte mis fotos, pero, jamás, podré identificar bien sus colores. 


Por otro lado, ¿sabían que tengo un unicornio en casa?, y no me refiero a un peluche o un juguete o algo que se le parezca, no, me refiero a uno real, a uno de carne y hueso; y pues, esta es mi otra experiencia extrema, de la cual me gustaría contarles. 

Resulta que mi hija ama en sobre masía a los unicornios, sí, los ama un montón; su dibujo preferido tiene a un unicornio como protagonista, su vestido preferido es de unicornio, sus cuadernos tienen como portada a un unicornio; todo es de unicornio. 


Un día, mientras mirábamos tele, nos salió una oferta exclusiva; ¿qué creen? estaban vendiendo unicornios bebes a un buen precio, mi hija vió la publicidad y me pidió le comprase uno; al principio no quería hacerlo, porque nuestra huerta es pequeña, pero, luego averiguamos un poco más, y vimos que no era necesario tenga un espacio amplio y que podía comer cosas fáciles de conseguir; entonces, rompimos nuestros chanchos y, nos compramos el unicornio. 


Sí, ya sé que tú estás diciendo “este pata está loco, no tiene un unicornio, porque los unicornios no existen”; pero créeme, son reales, tan reales como tú, y te lo diré yo, que tengo uno en mi huerta. Allí está ese animal, muy pintoresco el; creo que es de color celeste (acuérdate que soy “daltónico”); con su único cuerno en la cabeza, que a veces le brilla y otras veces te asusta; tiene unos dientes que son medio blancos, un poco muelón el condenado; y un cola atercipelada, en un tono más oscura que su piel. Son los días de lluvia, los que más le agradan pues, sabe que cuando pare de llover, podrá ver el arcoiris salir y así, recordará a su familia y a su lugar de origen. 


Aunque come de todo, a veces se pone un poco exquisito con su dieta, sí, muy exquisito, tan exquisito, que prefiere las carnes rojas antes que el inguiri; puede que ello sea un poco raro, porque, ¿cómo un cuadrúpedo puede querer comer carnes rojas? ¿cómo? ¿en qué cabeza podemos decir que ello es posible?, pero lo es. Se ha convertido en nuestra mascota preferida.


Ahora que lo veo, y que lo vivo, es decir, ahora que tengo un unicornio en medio de mi huerto; y, recordando ese viejo y poco conocido salmo, puedo decir que sí, que los unicornios son los mejores amigos, no sé si para tí lo sea, tendrías que comprobarlo, pero, para mi hija y para mi, sí lo es. Es nuestro mejor amigo y es mejor que las coloridas mariposas.

sábado, 6 de marzo de 2021

Alfajores de betarraga

Hoy salí de casa con ganas de encontrar algo con lo cual pueda impresionar a quienes quiero; algo que me sirva para poder darles una muestra de cariño, no tanto algo como un beso o un abrazo, que es bastante común, a veces poco sincero y otras veces frío y monótono y hasta invasivo; sino, algo que sea más físico, algo que ellos puedan también disfrutarlo de la misma forma en que yo lo disfruto, algo que ellos y ellas también puedan sentirlo, apreciarlo, verlo y porque no, quizás hasta comerlo.

Me puse a pensar ¿qué puede ser eso? ¿cómo puedo hacer para lograr ese objetivo? ¿qué podría ser aquello que logre enamoralos y hacerles entender que los quiero de una forma tal, que, no podría alejarme de ellos tan fácilmente?. Pensaba y re pensaba en esa alternativa pero, de momento, no encontraba solución alguna. 


Decidí entonces, que quizás, una manera de encontrar la respuesta a esta pregunta, casi, casi existencial, sería, salir y dar una vuelta; ir a pasear un rato. Sin fijarme siquiera en el tiempo y en el espacio. Sin tener idea de los pasos, llegué hasta la plaza principal; empecé a caminar alrededor de ella, como dicen en mi pueblo, “a moler caña”; de pronto, vi a un pequeño acurrucado en una de las banquetas, tenía la cabeza gacha y se le veía llorando, sí, veía que estaba llorando desconsoladamente, las lágrimas no dejaban de caer de sus tiernos ojitos, que se parecían a las de un borrego que está próximo a ser degollado; me le acerqué y le pregunté:

-¿qué pasa? ¿qué tienes? ¿puedo ayudarte en algo?-

-pasa que llevo todo el día en esta plaza; estoy cansado y de hambre, no he probado bocado alguno, y lo peor, tampoco logré vender estos alfajores que mi mamá preparó la noche de ayer; con lo mucho que necesitamos el dinero, para poder comprar los pañales de mi abuelita-

-¿alfajores?- le dije, un tanto incrédulo; 


De hecho, vi la canastilla que tenía al lado y sí, estaba lleno de pequeñas “galletitas” de un color extraño, rellenas de otra cosa que no veía muy bien. Entonces, mientras pensaba en si podía o debía o no ayudar a este muchachillo, se me vino a la cabeza toda esa incertidumbre del inicio del día y que no me dejó dormir; ¿qué puedo regalar a quienes quiero?, y, pues, allí estaba la respuesta, podría bien, hacer llegar un alfajor a cada uno; siento que así los alegraré un poco, y siento que mi espíritu altruista se sentirá contento, luego de asaltar mi propia billetera y devolverle la sonrisa a este niño. Pero, como los colores de la galleta y de su relleno, no eran los clásicos colores de los alfajores, le pregunté. 

-¿por qué crees que no has logrado vender ni un sólo alfajor?, si hay mucha gente aquí-

-pasa que la gente desconfía del color de mis alfajores y de su relleno, más cuando les digo su precio- me respondió mientras levantaba su rostro para mirarme

-¿cuánto cuestan?-

-tres soles la unidad, señor-

-¡qué! ¿por qué tan caros?- le dije sorprendido

-ve, la gente se sorprende con el costo; pero, estos no son los clásicos alfajores que te venden en cualquier panadería, no, estos son alfajores hechos con harina de betarraga, por eso el color de las galletas; y su relleno es de manjar, sí, pero está hecho con leche de almendras; en realidad, cada uno debería costar el doble, pero, si no quieren pagar la mitad, imagínese el precio real- me restregó en la cara, mientras tomaba uno -tenga, pruébelo, cortesía de la casa- dijo con sarcasmo mientras me estiraba la mano con su alfajor maltrecho.


Lo miré, y en mi interior, mi conciencia me encaraba el nivel de mi estupidez, por hacer preguntas que no debía. Tomé la muestra, lo probé; no me lo van a creer pero, en cuanto dí la primera mordida, increíblemente llegué al cielo, no literalmente, pero, sí, llegué a lugares inimaginables; esa primera mordida fue toda una explosión de sabores en mi paladar, no se siente la betarraga y el manjar en su punto. Sí, esto llevaré a mi gente, algo nuevo, algo único, como mis sentimientos; algo que, estoy seguro, los va a enamorar y cautivar.

-Dame todos los que tengas- le dije con la boca llena, y mirando a todos lados, a fin de evitar que alguien más se acerque y se atreva a comprar al menos uno.

-¿todos?- me preguntó incrédulo -son algo más de 50- 

-sí, todos, y es más, te pago un sol más por cada uno-


Son casi las ocho de la noche, estoy a punto de volver a casa; mi crisis existencial ha sido resuelta, al menos esta que es la más fácil.

 

sábado, 27 de febrero de 2021

Lo siento, pero, esa no soy yo

Hace poco, me hicieron una pregunta medio curiosa ¿cuál sería tu “anti presentación”?; y, la verdad es que yo no tenía ni la más mínima idea de lo que ello significaba, es decir ¿qué quiere decir “anti presentación”?. 


Entonces, como no tenía idea de lo que ello significaba, y como que tampoco quería averiguarlo, lo relacioné con “¿qué es lo que el resto piensa que eres, pero que, en realidad, no eres?. Ello me recordó una vieja anécdota en uno de mis tantos viajes. No estoy seguro si ya se los conté, pero, si no, aquí va.  

Resulta que en aquella ocasión me habían designado representar a la institución en la que trabajo, en una reunión nacional de varias organizaciones de derechos humanos; la reunión sería en la sede central de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, ubicada en Lince (si mal no lo recuerdo) y, pues, cerca a dichas oficinas estaba el hotel en donde nos hospedarían. 


El caso está en que, como ustedes bien saben, en este tipo de eventos, por lo general, son los organizadores los que cubren con todos tus gastos, vale decir, tus movilidades, pasajes aéreos, alimentación, hospedaje y todo; obviamente previo a ello, hay que confirmar la asistencia y registrarse brindando todos tus datos para las respectivas reservas. Todo iba de maravilla, hasta que llegué al hotel.


Recuerdo que era de noche, cuando llegué, entonces me presenté en la recepción y les dije:


-Hola, soy Karol Vela, de San Martín, y tengo una reserva a mi nombre; soy del grupo de la coordinadora-


Quien me recibió, no dejaba de mirarme, se limpiaba los oídos y me volvió a preguntar mi nombre; aparentemente, escuchó mal o yo hablé muy bajito. Le volví a repetir todo mi discurso, y entonces, sacó un tablero en donde estaba la lista de quienes se hospedarían allí, para verificar si efectivamente esperaban a alguien con ese nombre. Vieron que sí, que estaba en la lista; el siguiente paso fue, ver en qué habitación es que me hospedaría, y ¿qué creen? ¡no tenía habitación!.


El joven me decía, -disculpe señor pero, no lo encuentro, parece que le reservaron en otro hotel- yo revisé mi correo impreso (todavía no usaba un smartphone en esa época) y le decía, -no, es aquí a donde me enviaron-. Volvieron a buscarme, una, y otra, y otra y otra vez, y no, yo no estaba en ninguna habitación. La hora avanzaba, yo tenía frío (era invierno) y estaba muy cansado. ¡No me encontraron!


No sé cómo, pero, se me ocurrió algo, tomé la lista de habitaciones y les dije; -¿pueden buscar en las habitaciones de mujeres?. El joven me miró medio avergonzado y un poco raro; pero, no le quedó de otra que hacer aquello que le sugería. Ya se imaginaran ustedes; sí, mi nombre estaba allí, en una habitación junto a otras dos señoras más (una de Ayacucho y la otra de Trujillo). Nos reímos, se disculpó y le dije -no se preocupe, me pasa todo el tiempo-. 


Lo bueno de esto, es que gracias a esa ligera confusión, tuvieron que mandarme a una habitación individual, antes que a una compartida, pues, ya todos tenían compañero de cuarto.


Entonces, regresando a la pregunta inicial; puedo decir que durante todo este tiempo fui antepresentado; y, mi anti presentación se debe básicamente a prejuicios; la mayoría de la gente que todavía no me conoce y no me ha visto aún, pero, cuando escucha mi nombre por primera vez, me relacionan o creen que se trata de una mujer, sí, una veinteañera de ojos azules a las que fácilmente se puede engatusar; y si por casualidad recibiste un mail mío, quizás pensaste que es una secretaria, a la que después de responderle, vas a usar cualquier pretexto para sacarle su número de cell (créeme que sí te lo daré); es más, varias veces me ha pasado que, previo a una exposición, los presentadores suelen llamar a -la Srta. Karol Vela- y verás la cara que pone y cómo es que tartamudean, cuando de pronto, ven que quien se acerca al podio, soy yo. 

Yo no sé ¿qué fue lo que te imaginaste cuando leíste o escuchaste mi nombre por primera vez? pero, si quieres comentarlo, estaré gustoso de leerlo.


sábado, 20 de febrero de 2021

¿Para qué sirve esto?

Bueno, la semana pasada les conté un poco acerca de esta nueva aventura, de esta iniciativa mía de poder escribir historias que puedan, de alguna u otra manera, conectar contigo; de poder, si se puede, sacarte una sonrisa, una lágrima, un poco de indignación y quién sabe, unas cuantas monedas (necesito auspiciadores, si gustas, luego te paso mi cuenta… je je je). 

Mira, inicialmente esto es algo que no lo planee, no, te lo juro; es decir, si escribía o bueno escribo (informes en el trabajo, y, en mis ratos libres poemas, historias y artículos de opinión). Los informes, pues, van a mi jefe o a quienes me lo soliciten; mis artículos de opinión se publican en un blog, un sitio web y en un diario de circulación regional; pero, mis poemas e historias, pocas veces los he publicado. 


Entonces, de un momento a otro y también por la motivación, a veces presión (no, mentira), de algunos amigos y amigas, me senté y me dije: -oye ¿qué tal si empiezas a publicar tus historias?, ¡sí!, ¡vamos!, ¡hazlo!; luego se las pasas a la gente y a ver ¿qué te dicen?-

Como ya les había contado, escribía y escribo; tengo un blog principal (www.kajovepi.blogspot.com), en el cual inicialmente, hace como 10 años o más, lo usaba para publicar algunas historias, pero, luego, lo empecé a usar para plantear allí mi opinión sobre algunos temas, que es lo que hago hasta ahora. Pasado algunos años, y en medio de encrucijadas de ida y vuelta, nace este segundo blog (sí, este que estás leyendo); al principio, pensaba hacer de esto, una especie de blog novela. 


Sí, una novela, novela, que tenía como protagonistas, mejor dicho, tiene como protagonistas, a un par de locos enamorados (Leonardo y Maytté); quienes andan de aquí por allá tratando de conquistarse el uno al otro. Dos locos que, se gustan, se quieren, se aman, se desean, pero que, sepa Dios por qué, nunca andan juntos, es más, hasta tienen caminos separados. 


Durante este tiempo he tratado de averiguar ¿por qué es que no pueden estar juntos?, quizás, el problema sea el destino, el trabajo, su ubicación geográfica, diferencias de horarios, falta de liquidez en sus cuentas bancarias, no lo sé; o tal vez el problema sea yo, que soy el que está escribiendo la historia y, pues, no los quiere juntos (o ¿sí?). 


Ahora, si has logrado chequear todo el contenido de este blog (y si no lo has hecho, te invito a hacerlo), te habrás dado cuenta que mi iniciativa de convertirlo en blog novela, se fue diluyendo con el tiempo. Y, así como inicie a escribir con mucha emoción, allá por el 2014, las ganas se fueron y se estancaron, con el último capítulo de “la carta secreta” (setiembre del 2018). No hay principio, no hay final, casi no hay nada; pero, tranqui, tranqui, que sí la voy a acabar y hasta la pienso publicar. 

Entonces, como te contaba, me propuse empezar a publicar mis historias en este blog; los poemas van a esperar, porque esos sí, al menos ya tengo una promesa de por medio, serán publicados en físico. Elegí este blog, como el espacio perfecto para esta aventura y de paso como que lo resucito un poco también; ahora bien, sé que muchos no leen el blog o les da pereza clicquear en el link para abrirlo, entonces, decidí también publicarlo en mi Facebook e Instagram personal (@kajovepi).


Mi intención, es poder publicar una historia por semana, de preferencia los domingos; estas serán historias interactivas ¿en qué sentido?, en que si gustas, podrás ayudarme a escribirlas (ya luego te contaré cómo). Por ahora, ten la certeza de que recibirás una notificación de la publicación; si cho, mis notificaciones te llegarán, como a las nueve de la madrugada, por ahí. Hasta la próxima.