sábado, 10 de abril de 2021

El auto rosa

Una noche cualquiera, ví, por la ventana de mi casa, un auto rosa pasar a toda velocidad; bueno, yo digo que era rosa, aunque es probable que haya sido de otro color. Me pareció sorprendente ver pasar este auto, de hecho, nunca antes ví uno de ese color, y menos en ese modelo; era un wolsvagen del ‘94, bueno, digo del ‘94 aunque en realidad yo no sé nada de autos pues, a las justas y manejo mi bicicleta y una moto sin embrague. 


El chiste está en que a los pocos segundos que este auto pasó, escuché un fuerte golpe, algo así como un choque, inquieto salí de inmediato a la vereda de mi casa, a fin de ver ¿qué pasó?; y sí, efectivamente, aquel auto rosa estaba estacionado en la siguiente esquina, y la gente poco a poco estaba empezando a rodearlo; yo, como quería saber más detalles, también me acerqué. 


Al llegar, una dama de unos 50 años bajaba de aquel carro, llevaba un vestido azul eléctrico extravagante, nada llamativo, y en sus manos un juego de llaves, parecía ser la única tripulante de este auto; estaba temblorosa, nerviosa, gritaba desesperadamente, sus ojos pedían ayuda pero al mismo tiempo quería huir. 


Me acerqué más y me di cuenta del problema, aquel auto rosa provocó un accidente con una de las motos que venía del otro lado de la calle, no era para menos, a la velocidad con la que manejaba esta dama era fijo que podía ocasionar un accidente; entonces, comprendí que su frenada aparatosa, la inexplicable forma en que estacionó el auto, los gritos desesperados, no eran más que eso, que una grito de auxilio, de socorro, de -¡ayúdenme con el joven que acabo de golpear!-. 


Fui a ver al conductor de la motocicleta, el chico estaba agonizando, el golpe fue fatal, grandes cantidades de sangre brotaba de su cabeza, los zapatos tirados por delante de él, la llanta de la moto estaba doblada y de su cartera, habían caído un sin número de papeles en blanco; la verdad es que yo no podía ayudar a esta mujer, ni mucho menos a este joven, de hecho, nadie podía, no me quedó otra opción que llamar a la policía para reportar el incidente y esperar a que llegue.

Cuando la policía llegó, sólo pudieron certificar la muerte del muchacho; el médico legista y el fiscal llegaron para ordenar el levantamiento del cadáver; aquella dama fue detenida y llevada a la comisaría para la toma de su declaración y se le inicie el debido proceso; un efectivo policial se encargó de conducir su vehículo rosa al depósito, y otros efectivos, subieron la moto a la tolva de la camioneta policial y se lo llevaron. 


Han pasado dos días de aquel fatídico accidente, dos días desde el cual no puedo borrar de mi memoria todas esas horrorosas escenas; hoy, es el sepelio de aquel joven, que resultó ser un buen vecino; así es la muerte, nos agarra de sorpresa, es capaz de venir y usar cualquier medio, incluso, un auto rosa. 


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